Olvidarte es más difícil que encontrarse al sol de noche, que entender a los políticos o comprar la Torre Eiffel. Más difícil que fumarse un habano en American Airlines, más difícil que una flor plástica marchita. Olvidarte es más difícil que una flaca en un Botero, que encontrarse un gato verde, o a un cubano sin sabor. Más difícil que Lady Di en la estación del metro, olvidarte, es tan difícil olvidarte. Olvidarte, olvidarte es querer jalarle el pelo a una botella, es creer que la memoria es un cassette para borrar. Olvidarte es recordar que es imposible olvidarte, olvidarte. Incluso es más difícil que aguantarte. Si extraño tu neurosis y tus celos sin razón, ¿cómo no extrañar tu cuerpo en mi colchón? Olvidarte es un intento que no lo deseo tanto, porque tanto es que lo intento que me acuerdo mucho más. Y he llegado a sospechar que mi afán de no acordarme, es lo que me tiene enfermo de recuerdos. Olvidarte es lo que espero para reanudar mi vida, harto de seguir soñando con la posibilidad, de que un día por error, o pura curiosidad le preguntes a un amigo por mis huesos. Olvidarte, olvidarte es querer jalarle el pelo a una botella, es creer que la memoria es un cassette para borrar. Olvidarte es recordar que es imposible olvidarte. Olvidarte incluso es más difícil que aguantarte. Si extraño tu neurosis y tus celos sin razón, ¿cómo no extrañar tu cuerpo en mi colchón?