He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo
peor que se puede hacer. Puede resultar doloroso, pero si uno no dejase
nunca nada ni a nadie,
no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda
evolucionar constituye una infidelidad, a los demás, al pasado,
a las
antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al
menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de
un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro,
una afirmación de que las cosas pueden ser no solo diferentes, sino
mejores.